Los resultados de los últimos tiempos entre ellos y de cada uno a nivel de Superbowls conseguidos no son totalmente justos con la historia de ambos. Porque una franquicia tiene cinco títulos y la otra tres, aunque sucedieron muchos años atrás. Así es que llegó el momento de hablar del gran rival de los Dallas Cowboys: los Washington Redskins.
De los seis enfrentamientos más recientes, Dallas ganó cinco. Por esto es que la rivalidad parece haber perdido un poco de paridad y, por lo tanto, interés. Sin embargo, los Redskins tuvieron una buena agencia libre y, principalmente, un más que interesante draft con jóvenes adquisiciones que ilusionan. En un equipo que fue golpeado duramente por la lesión de Alex Smith se esperaba que tardara más en asimilar ese tremendo golpe. Perdió la brújula durante la temporada, pero da la sensación de que la encontró en algunas selecciones del draft.
Washington firmó a Case Keenum como un quarterback de transición esperando la oportunidad para elegir al joven líder del futuro de la franquicia. A diferencia de otros años, en este no había tantos equipos necesitados por ocupar ese lugar. Solamente los Giants estaban por encima suyo, con la sexta selección global. Cuando todo apuntaba a que iban a ir por Dwayne Haskins, eligieron a Daniel Jones y la situación se presentó ideal. Así fue como seleccionaron a Haskins, quien era su preferido, con apenas la 15ª posición.
Haskins es un mariscal de campo esencialmente pasador. Con buena precisión y un buen brazo capaz de realizar envíos largos y precisos llegó a las 4831 yardas por aire (50 anotaciones y solo ocho intercepciones) en 2018, su único año como titular en el fútbol universitario. Sin embargo, su punto débil surge cuando colapsan la bolsa de protección y debe salir de la misma, ya que no es un gran atleta en cuanto a lo estrictamente físico, teniendo en cuenta velocidad y agilidad. Peleará por el lugar como titular con Keenum, pero tarde o temprano será quien tome los controles de esa ofensiva.
El grupo de receptores del equipo de la capital estadounidense fue uno de los más flojos de la liga la temporada pasada. Por eso en la tercera ronda, pensando en no dejar solo al nuevo jugador franquicia, adquirieron a Terry McLaurin. Este receptor abierto fue compañero del propio Haskins en Ohio State y puede aportarle bastante a la ofensiva. McLaurin es muy veloz y puede lastimar en pases profundos. Aunque no es sólo eso, sino que también tiene agilidad para conseguir separación de los defensivos y es un buen corredor de rutas. Puede jugar tanto abierto como en el slot y colaborar en equipos especiales.
Otra de las herramientas fundamentales cuando se tiene a un mariscal de campo novato es tener un corredor o varios con capacidad para quitarle presión. A Adrian Peterson se le van a sumar dos jóvenes apariciones que generan mucha expectativa. Una de ellas es Derrius Guice, quien fuera una selección de segunda ronda el año pasado pero que por una rotura de ligamentos cruzados no pudo participar en ningún partido de temporada regular. La otra es Bryce Love, elegido en la cuarta ronda del último draft y finalista del trofeo Heisman en 2018 que ganó Baker Mayfield, quien también sufrió una lesión de ligamentos cruzados ocurrida. Tras haber sido operado en diciembre del año pasado, podría llegar al campamento de entrenamiento de los Redskins.
