Ganar por tantos puntos en esta instancia no significa nada. Dallas se acordó demasiado tarde y ahora deberá ver los playoffs desde afuera. Vencer 47-16 a una franquicia que no tiene rumbo carece de mérito alguno.
Es cierto que hizo lo que debía hacer, pero no alcanzó. Ese resultado debía combinarse con una victoria de los Giants sobre los Eagles, algo que no ocurrió. Por eso es que a pesar de haber concluido el duelo con tanta anticipación, no hubo festejos.
New York añadió un poco de suspenso a definición de la NFC Este. Durante tres cuartos dio la sensación de que podría darse la gran sorpresa, pero esa ayuda no llegó. El momento que cambió todo no ocurrió sino hasta el cuarto final.
Allí, Daniel Jones repitió una de las cosas que lo caracterizó hasta aquí. En la yarda 20 de su propio campo fue golpeado y el balón voló hacia atrás. El defensivo Fletcher Cox lo recuperó en la yarda 2 y Boston Scott anotó en la ofensiva. Eso fue todo. Estaban solamente tres puntos abajo, pero esos diez de diferencia fueron demasiado.
El juego se desarrolló de una manera extraña, con muchos errores de ambos lados y diferentes decisiones algo cuestionables en la primera mitad. Los Cowboys se fueron al entretiempo ganando 20-10, pero el rendimiento no fue el esperado. No se vio una superioridad clara como debía suceder al enfrentar al equipo con el segundo peor récord de la NFL, que le otorgó concesiones muy aprovechables.
Hubo, por ejemplo, una ocasión en la que los Redskins arriesgaron en cuarta oportunidad en lugar de patear el gol de campo y le devolvieron el balón a Dallas. Washington cometió además un par de entregas a través de una intercepción y un fumble. Eso no significa que hayan sido intencionales, pero claramente se vio a una franquicia pensando más en asegurarse la segunda selección global para elegir al DE Chase Young que en irse de vacaciones victoriosos.
El marcador final indica que los Cowboys anotaron 47 puntos. Sin embargo, los primeros dos cuartos dejaron bastante que desear. Gracias al pick de Jaylon Smith y al fumble causado por Malcolm Smith y recuperado por Xavier Woods, la ofensiva comenzó dos series en una excelente porción del terreno. Aunque se tuvo que conformar con dos goles de campo. Incluso tuvo la ayuda de los oficiales, que no vieron un claro fumble de Zeke y Dallas conservó la posesión por haber sonado los silbatos muy rápido.
Las dos anotaciones llegaron a través del mejor de la unidad. Ezekiel Elliott anotó en una recepción de 13 yardas y en una corrida de 33 para dejar el juego 20-3. Los Redskins se acercarían luego con una recepción en las diagonales de Steven Sims.
En los dos cuartos finales Michael Gallup completó una excelente planilla estadística gracias a grandes avances. El WR finalizó con 98 yardas y tres anotaciones en cinco recepciones. Dak Prescott concluyó con 303 yardas, cuatro pases de TD y un fumble perdido en una zona peligrosa que no pasó a mayores por la inoperancia de la ofensiva de los Redskins.
Pero esta temporada sirvió para probar que los números aislados no significan nada. Sí, los Cowboys tuvieron a un QB cerca de las 5000 yardas, un RB con 1357 y dos receptores abiertos que superaron las 1000. Sin embargo, una buena porción de esas cifras llegó en momentos absolutamente irrelevantes.
El único valor que realmente importa es el récord del equipo. Allí, Dallas se ubicó como una de las decepciones más grandes de la NFL. Luego de un inicio muy sencillo de 3-0, los Cowboys cerraron la campaña 5-8 para finalizar con un mediocre 8-8.
Así es que el triunfo no sirvió para otra cosa que para evitar tener récord perdedor, porque los Eagles se mostraron como un equipo serio. A pesar de las lesiones, Philadelphia tuvo temple en sus protagonistas junto con buen coacheo para ganar la NFC Este con una marca de 9-7.