A estas alturas del año pasado, los Cowboys adquirieron a Amari Cooper desde los Raiders. En ese entonces, el traspaso fue muy criticado. No tanto por el jugador que llegaba a Dallas, ya que la necesidad de un receptor abierto de nivel era imperiosa. La cuestión pasó porque Jerry Jones dio a cambio una selección de primera ronda, un precio altísimo. Aunque esta vez primaron los elogios en un trato que beneficia a Dallas por donde se lo mire.
Michael Bennett dejó los Patriots por nada más que un pick de séptima ronda del draft de 2021. Esto hace que, colocando en la balanza lo que fue otorgado y lo que fue recibido, el costo-beneficio del intercambio favorezca enormemente a Dallas. Si el rendimiento de Bennett es bueno, no hay ninguna discusión. Pero en caso de que no se cumplan con las expectativas, el precio fue demasiado bajo. Era un riesgo que Jones estaba obligado a correr.
Uno de los principales motivos por los que fue adquirido es para recuperar un poco de flexibilidad en la línea defensiva. El primer punto en el que podrá ayudar es con su versatilidad. La lesión de Tyrone Crawford creó este problema teniendo en cuenta que era una posibilidad hacerlo jugar como ala o tackle. Esta característica también se puede identificar en la nueva herramienta de Rod Marinelli.
Una de las cuestiones que identifican a Bennett es su capacidad para presionar a los mariscales de campo rivales. Las estadísticas que marcan este rubro son ampliamente tenidas en cuenta. La más popular es la de las capturas. En este sentido, los números del DE son bastante buenos, acumulando 65 sacks en su carrera, nueve de ellos la temporada pasada en los Eagles. En la actual campaña en los Patriots suma 2.5 en la poca participación que tuvo.
Esa categoría es muy importante, pero hay otra que tiene una gran relevancia en lo que sucede en el campo. Lo que se busca en un pass rusher es que pueda romper con una jugada de pase, sea derribando a los pasadores o haciéndolos cambiar sus envíos. Ése es el objetivo de alguien que tiene esa función. Así es que resulta clave mencionar los QB hits. A grandes rasgos significa golpear al QB una jugada en la que optó por pasar.
Es en este punto donde Bennett se ubica entre los mejores de la liga por lo que su real contribución podría llegar de esta forma. En el período 2015-2019, se ubica segundo en esta métrica totaliza 107, número que solamente es superado por las 143 de Aaron Donald.
Según Pro Football Focus también se encuentra entre los más destacados presionando desde alguno de los costados de la formación. Así es que se coloca tercero entre aquellos edge rushers desde 2014. Los únicos que lo superan no son otros que Von Miller y Khalil Mack, dos de los defensivos más temibles de la NFL.
La idea sería alinearlo principalmente como tackle al lado de Maliek Collins, dejando a DeMarcus Lawrence y Robert Quinn como alas. Si el staff logra hacerlos encajar correctamente, esta línea defensiva podría lastimar mucho los planes de juego ofensivos de los oponentes.
Juntar a tres cazadores de mariscales de campo facilitaría muchísimo la tarea del resto de la unidad. Poder presionar eficientemente sólo con los frontales hará que baje la cantidad de cargas enviadas. Evitar usar tantos blitz a su vez permitirá que haya más gente en el perímetro para realizar las coberturas de los pases, una de las falencias del equipo hasta aquí.
Hay una última estadística algo más compleja que no por eso deja de ser interesante. Una métrica creada por ESPN denominada Pass Rush Win Rate establece con qué porcentaje un jugador vence a su bloqueador en la línea de scrimmage durante los primeros 2.5 segundos luego del snap. Aquí los Cowboys poseen el cuarto lugar gracias a su 55%.
Si se tiene en cuenta la temporada pasada, Dallas tiene con qué ilusionarse en este rubro. En el ránking final de edge rushers correspondientes a la campaña 2018 hubo tres jugadores dentro del top 10 que actualmente están en el equipo. Quinn lideró la lista jugando en los Dolphins (40%), Lawrence fue el cuarto (34%) y Bennett finalizó noveno (30%) en los Eagles.