Así como ya hemos dedicado espacio a mostrar y explicar por qué tuvo un tan flojo rendimiento la línea ofensiva la temporada pasada y lo que eso provocó en el ataque de los Cowboys, ahora es momento de mirar para adelante en esta segunda parte. Con el comienzo de una nueva campaña a la vuelta de la esquina, hay muchos motivos para pensar que los fanáticos verán a una mejor ofensiva este año.
Enfocándonos directamente en la línea ofensiva en sí y sus integrantes, hay que destacar una presencia que teóricamente debería solucionar muchos problemas: Travis Frederick. El estelar centro del equipo no pudo jugar en toda la temporada anterior porque padecía del Síndrome Guillain-Barre. Su lugar lo ocupó Joe Looney. Así es que el regreso del dos veces All-Pro y que fuera seleccionado en cuatro ocasiones para el Pro-Bowl debería significar un gran empujón para el rendimiento de la línea ofensiva, siempre y cuando Frederick pueda volver a su nivel.
Además, se espera que la suerte acompañe un poco a este sector del equipo, ya que Tyron Smith tuvo algunos problemas físicos que le impidieron estar al 100% y hasta se perdió algunos partidos. Para ser exactos fueron tres los juegos en los que no estuvo, una cifra que se repitió en las últimas tres temporadas, cuando en las cinco anteriores sólo había quedado afuera en uno. Otro jugador clave que no pudo jugar todos los encuentros fue Zach Martín, que arrastró molestias en una de sus rodillas y estuvo ausente en dos partidos.
Pero los problemas que tuvieron los linieros ofensivos no fueron responsabilidad pura y exclusiva de ellos, sino que hubo otros factores que perjudicaron sus rendimientos. Uno fue la falta de armas ofensivas. Con el retiro de Jason Witten y la imposibilidad de encontrar a un WR1 claro desde la salida de Dez Bryant en 2017, las opciones de Dak Prescott fueron muy limitadas. A esto se agrega que Michael Gallup no tuvo la temporada que se esperaba tras ser elegido en la tercera ronda del draft del año pasado.
¿Por qué deberían resolverse algunos de los problemas entonces? Si bien con la llegada de Amari Cooper a mitad de temporada las estadísticas de la línea no mejoraron notablemente, la ofensiva en general sí lo hizo. Además, se espera que, entre los partidos que jugaron juntos y la posibilidad de practicar con el equipo durante un campamento de entramiento completo, la conexión Prescott-Cooper mejore. Esto va a permitir que Prescott encuentre más fácil a su objetivo y los linieros tengan que proteger al mariscal de campo por menos tiempo, algo que debería evitar también las infracciones de sujetando.
Lo que genera tener a un receptor abierto de nivel como Cooper es también mayor espacio a los otros posibles receptores del balón, como podrían ser Michael Gallup y Randall Cobb, y menor foco en ellos por parte de los defensivos.
Hay que tener en cuenta también que, con la vuelta de Jason Witten, la ofensiva debería agregar a otro posible objetivo de los pases de Prescott. Sumado a esto, el histórico ala cerrado además brindará al mismo tiempo apoyo a la línea ofensiva como bloqueador. Lógicamente, otro de los que se verá ayudado por la presencia de diferentes armas por aire es Ezekiel Elliott, quien podrá correr el balón y tendrá menos hombres en la caja enfocándose en él. Finalmente, se espera que el gran beneficiario de todas estas posibles mejoras sea Prescott, quien buscará no estar todo el día en el suelo y poder liderar a los Cowboys a una nueva postemporada.