Hace algo más de dos décadas y media atrás de produjo un acontecimiento que visto a la distancia no tiene mucho sentido. Un head coach exitoso yéndose de una franquicia en plena dominación de la NFL. Los Cowboys se convirtieron en una dinastía a mediados de los 90. Sin embargo, esos títulos conseguidos podían haber sido varios más de no haber mediado inconvenientes entre quienes ocupaban los puestos más importantes.
Pero cuando son protagonistas dos personalidades tan chocantes es muy difícil que la historia termine bien. Tarde o temprano suele haber una explosión. En el caso de Jerry Jones y Jimmy Johnson se puede argumentar que hubo roces casi desde el inicio. Por eso es que cada vez que se iban conociendo nuevas cuestiones de esta complicada relación laboral se veía más cercana una separación.
Por todas las cosas que sucedieron entre ambos es que en realidad no debería ser tan sorpresiva la desvinculación del head coach con Dallas. Una vez que comenzaron los éxitos, todo se volvió más evidente.
La contratación de Johnson
Las decisiones polémicas de Jones tuvieron su inicio inmediatamente después de comprar la franquicia en 1989. En ese entonces despidió al histórico HC Tom Landry para contratar a alguien con experiencia a nivel colegial, pero ninguna en la NFL. Ése fue justamente Johnson, quien por esa época había revolucionado el polémico programa de la Universidad De Miami.
Un dato muy interesante es que Jones y Johnson habían sido compañeros de equipo en 1965 cuando ambos estaban en la Universidad de Arkansas. Aunque esos tiempos quedaron atrás. La contratación de Johnson generó muchas críticas. En su primera temporada el récord fue de 1-15 y en la segunda fue 7-9. Sin embargo, todo lo que vino después hizo olvidar aquello.
Liderados por el trío Troy Aikman-Emmitt Smith-Michael Irvin como estrellas indiscutidas, los Cowboys ganaron el Super Bowl en las campañas de 1992 y 1993. Aunque los festejos durarían apenas algunas semanas porque en marzo Johnson se fue del equipo tras una serie de eventos sorprendentes.
El principio del fin
El 21 de ese mes los dueños estaban en una reunión anual en Orlando. La cadena ABC dio una fiesta para celebrar el aniversario 25 del Monday Night Football. En una mesa se encontraba el coach compartiendo un rato con Bob Ackles, Dave Wannstedt, Norv Turner, sus acompañantes y varios integrantes del staff. Hay que destacar que Ackles, Wannstedt y Turner eran ex empleados de los Cowboys que habían sido despedidos anteriormente.
Jones se acercó a ese sector y ese resultó ser el principio del fin. Una versión no muy sobria del dueño de la franquicia propuso un brindis diciendo en un tono muy elevado: “¡Por los Dallas Cowboys y las personas que hicieron posible ganar dos Super Bowls!”. Sin embargo, lo que obtuvo como respuesta fue un silencio rotundo.
Aquella situación dejó muy molesto a Jones, quien dejó su vaso y regresó al bar del hotel. Allí se encontraban los periodistas Ed Werder y Rick Gosselin de Dallas Morning News. Jerry se acercó a ellos y les dijo: “Quédense y tomen una copa. No se querrán perder la historia del año”.
“Podría salir y contratar a Barry Switzer como entrenador de los Dallas Cowboys mañana y haría un mejor trabajo que Jimmy. Demonios, probablemente podría traer a Lou Holtz por. Podría salir mañana y contratar a cualquiera de ellos”, comentó el excéntrico millonario ante la sorpresa de los reporteros. Aunque luego llegaría una frase definitiva: “Creo que hay 500 personas que podrían haber entrenado a este equipo hasta el Super Bowl. Realmente lo creo. [Insulto], ¡yo podría haber entrenado a este equipo!”, expresó el dueño y general manager.
Al día siguiente Werder y Gosselin se acercaron a Jones para preguntarle por sucedido la noche anterior. Pero él les dio lugar para que aquello fuera publicado confirmando sus dichos desafortunados. A pocas horas Johnson se enteró y declaró que tenía que reevaluar algunas cosas. En una conferencia de prensa conjunta Jones dijo que Johnson no tenía nada que reevaluar, dando a entender que seguiría en el cargo. Pero ese vínculo ya era irreparable.
“No soy el mejor del mundo para llevarse bien. Sé que soy arrogante. Sé que soy egoísta. Pero alguien por favor dígame qué he hecho mal. ¿Qué he hecho tan mal para que me critiquen como lo han hecho? En mi opinión, acabo de llegar al pináculo de mi profesión. ¿Qué hice mal?”, comentó Johnson a los periodistas algunas jornadas después de aquel hecho.
La explicación que dio Jones fue que él estaba pensando en el futuro, que ese es su trabajo. El de asegurar lo mejor para los Cowboys pensando hacia adelante.
Una posible continuidad
Según un reporte de Peter King los dos se reunieron el 28 de marzo. Allí, cuenta Johnson, tuvieron en cuenta cinco opciones posibles. La número uno era que el head coach fuera despedido, pero fue descartada. La número dos era que renunciara, también eliminada. La número tres era que siguiera trabajando bajo su contrato actual, aunque desecharon esa alternativa.
La posibilidad número cuatro era modificar el contrato. La número cinco era poner todos sus esfuerzos en un año. Incluso el HC estaba dispuesto a cambiar cuestiones de su contrato que especificaban que tenía el control exclusivo de todos los movimientos de personal. Luego de ese año sería libre para irse a donde quisiera.
Conseguir un tercer título consecutivo era una tentación que abría una chance para que Johnson siguiera en Dallas. Pero algunas horas más tarde un diario concluyó con aquella remota alternativa.
El fin de una era
En la mañana del 29/3 Johnson vio que el periódico Fort Worth Star-Telegram publicó un título que decía “Jerry a Jimmy: comprométete o renuncia”. Johnson veía a esa publicación como la palabra directa de Jones. Se acercó a su oficina y le dijo que ya era hora. Pero Jerry ya sabía eso de antemano. La prueba es que ya había hablado con Switzer y al día siguiente fue presentado como nuevo HC de los Cowboys. Jones le pagó dos millones de dólares como compensación y hasta allí llegaron ambos.