El rendimiento en líneas generales fue muy bueno. Era importante repetir una actuación similar a la de un par de semanas atrás frente a los Eagles después de la bye week, algo que creo que los Cowboys lograron. Es cierto que el Monday Night Football resultó más parejo de lo que se esperaba y que lo que indica el marcador final. Seguramente hay algunas cosas para mejorar todavía, pero prácticamente no hubo puntos negativos. Solamente detalles hicieron que no se defina antes.
No se puede decir que haya sido un partido brillante nada más que por una cuestión de falta de efectividad. Pero esto está muy lejos de ser una crítica. Es todo lo contrario. Los grandes equipos, aquellos que aspiran a conseguir títulos importantes, saben ganar incluso cuando no se juega perfectamente. Si bien es cierto que Ezekiel Elliott volvió a ser bestial, las estadísticas de Dak Prescott y Amari Cooper no fueron excepcionales. Aunque es importante saber que Dallas también puede conseguir triunfos a pesar de eso.
Fuera de lo hecho por Elliott, las grandes figuras del duelo fueron ampliamente los linebackers. Este era el punto más decepcionante hasta aquí teniendo en cuenta las expectativas que generaban. New York representaba un desafío complicado por estar Saquon Barkley en el backfield, más aún recordando que Leighton Vander Esch no jugó por lesión. Aunque esa ausencia no se notó, principalmente por un Sean Lee formidable.
Los números finales de Barkley muestran que sumó 28 yardas por tierra, promediando una cifra inverosímil de dos yardas por intento. A eso agregó 72 por aire, aunque 65 fueron producto de una jugada de pase pantalla ejecutada adecuadamente.
Hay que destacar además que la defensiva respondió en momentos importantes. Porque si los Giants consiguieron llegar hasta la zona roja de los Cowboys, no fue por culpa de esa unidad. La buena porción del campo en la que comenzaron varias series ofensivas hizo que eso sea posible. Primero fue una intercepción a Prescott en la yarda 15 de Dallas devuelta hasta la siete en el primer snap.
Luego hubo un gol de campo errado y después llegó un fumble perdido de Randall Cobb. Así es que New York tuvo que conformarse con tres puntos en varias ocasiones ante la imposibilidad de conseguir una anotación.
El quiebre de este cerrado choque divisional se dio cuando estaba por terminar el segundo cuarto del juego. Estando abajo 12-3, Prescott estiró la jugada de una gran forma y vio que Blake Jarwin no tenía a ningún defensivo alrededor. El ala cerrada aprovechó esa chance y se metió hasta las diagonales.
Como todavía quedaba un minuto, los Giants optaron por arriesgar al tener los tres tiempos fuera. Sin embargo, cometieron un error garrafal. Tal como mencioné en un artículo anterior, Daniel Jones es muy propenso a entregar el balón y allí lo comprobó. El QB buscó con un pase muy profundo, pero Xavier Woods lo interceptó. El safety además lo devolvió hasta la yarda 39 de New York, haciendo que Dallas vaya al entretiempo ganando 13-12 gracias a un gol de campo de Brett Maher.
Un nuevo intercambio de balón favorable a los Cowboys se produjo en el inicio del tercer cuarto. Los protagonistas fueron los mismos, aunque esta vez fue un fumble causado por Woods cuando Jones arriesgó el ovoide al buscar completar una tercera oportunidad por tierra.
Cuando hablé de cuestión a corregir me refería a la falta de precisión para convertir en terceras ocasiones. Esto se modificó en el cuarto decisivo, momento en el que se definió el duelo que hasta allí presentaba una diferencia de apenas cinco puntos. En 3ra y 6 en la propia yarda 15, Dallas pudo continuar gracias a una interferencia de pase defensiva dudosa. Luego, Zeke corrió nueve yardas en 3ra y 1.
Más adelante en la serie, Prescott encontró solo a Cooper con una bomba de 42 yardas, en la que el receptor sacó a relucir su capacidad para correr rutas explotando en velocidad. Así fue que estiró la ventaja a doce y en el final convirtió una vez más luego de un fumble recuperado.
Aunque sea algo que suelo repetir, es necesario dejarlo claro una vez más. Elliott es el jugador más importante del equipo. Es cierto que sin un buen quarterback no se puede jugar en la NFL, pero Zeke es el motor de la ofensiva. Cuando él funciona, los Cowboys fluyen. Las 139 yardas por tierra que logró en 23 intentos son una explicación más que suficiente. En caso de que hiciera falta hacer la cuenta matemática correspondiente, el RB concluyó promediando seis yardas por acarreo.